Charlie pone la otra mejilla
Son totalmente dignos de encomio y admiración la
valentía e inteligencia de la gente de Charlie Hebdo, no solo por haber
decidido seguir en la brecha cuando apenas han enterrado a sus muertos,
sino por el tierno y sutil mensaje de su primera portada tras la
tragedia del día 7, en la que al más sencillo y evangélico modo han
optado por exhibir a sus asesinos y a todo el orbe la otra mejilla y
tender la mano al mundo islámico.
Dice el escritor y místico cristiano Pablo d'Ors que ejercer el sentido
del humor sabiamente respecto a uno mismo y a lo que le pasa es el modo
más elegante de ser humilde: el modo más sabio de ser uno consciente de
sus propias limitaciones y compartirlas con los demás, pero también uno
de los más sublimes modos de exhibir la inmensa dignidad que todos y
cada uno atesoramos como seres humanos y en relación con los otros.
Habría que añadir que en el caso de Charlie Hebdo y de los que lo hacen
posible el humor constituye su manera de estar en la vida y su razón de
ser desde que la revista nació al calor de mayo del 68. Y desde que
hace casi diez años sufrieron las primeras amenazas del islamofascismo,
tuvieron muy claro que iban a seguir dando caña con el lápiz, por lo que
ahora que ya se han cumplido aquéllas tampoco los van a callar o van a
amedrentarlos.
Y ahí van
a seguir cada semana: riéndose de todo, incluidos ellos mismos, y sin
que la cosa decaiga. Y encima tendiendo a sus asesinos la mano con una
sonrisa (que no otra cosa es, al menos para mí, que soy católico, lo de
poner el otro cachete). Y todos debemos apoyarles en eso, compartamos o
no su línea editorial (y aunque en más de un caso sus portadas puedan
habernos ofendido). Porque de lo contrario sus asesinos lograrían sus
objetivos y los principios más elementales de esta sociedad en la que
vivimos se irían a pique.
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