miércoles, 14 de enero de 2015

 
 
 
 Charlie pone la otra mejilla
 
Son totalmente dignos de encomio y admiración la valentía e inteligencia de la gente de Charlie Hebdo, no solo por haber decidido seguir en la brecha cuando apenas han enterrado a sus muertos, sino por el tierno y sutil mensaje de su primera portada tras la tragedia del día 7, en la que al más sencillo y evangélico modo han optado por exhibir a sus asesinos y a todo el orbe la otra mejilla y tender la mano al mundo islámico.
 
Dice el escritor y místico cristiano Pablo d'Ors que ejercer el sentido del humor sabiamente respecto a uno mismo y a lo que le pasa es el modo más elegante de ser humilde: el modo más sabio de ser uno consciente de sus propias limitaciones y compartirlas con los demás, pero también uno de los más sublimes modos de exhibir la inmensa dignidad que todos y cada uno atesoramos como seres humanos y en relación con los otros.
 
Habría que añadir que en el caso de Charlie Hebdo y de los que lo hacen posible el humor constituye su manera de estar en la vida y su razón de ser desde que la revista nació al calor de mayo del 68. Y desde que hace casi diez años sufrieron las primeras amenazas del islamofascismo, tuvieron muy claro que iban a seguir dando caña con el lápiz, por lo que ahora que ya se han cumplido aquéllas tampoco los van a callar o van a amedrentarlos.
 
Y ahí van a seguir cada semana: riéndose de todo, incluidos ellos mismos, y sin que la cosa decaiga. Y encima tendiendo a sus asesinos la mano con una sonrisa (que no otra cosa es, al menos para mí, que soy católico, lo de poner el otro cachete). Y todos debemos apoyarles en eso, compartamos o no su línea editorial (y aunque en más de un caso sus portadas puedan habernos ofendido). Porque de lo contrario sus asesinos lograrían sus objetivos y los principios más elementales de esta sociedad en la que vivimos se irían a pique.
 
 
 
 
 

viernes, 9 de enero de 2015






"Dibujar es decir el estado verdadero del hombre"







miércoles, 7 de enero de 2015

Manzanares sangriento




Crecí en un ambiente bastante futbolero, y aunque mi relación con dicho deporte haya sido casi siempre la de practicante de sillón- ball y no habré acudido más de 50 veces en mi vida a un estadio, se trata de un espectáculo que me ha apasionado en diferentes épocas y momentos de mi vida.

He vibrado y sufrido y hasta llorado con la Unión Deportiva y con el Atletico de Madrid. También y mucho con el Athletic Club de Bilbao y con La Roja. Y hasta me han dado satisfacciones y disgustos equipos como el Liverpool de Fernando Torres o aquel Deportivo de La Coruña de Fran, Donato y Bebeto al que se le negó el éxito que luego obtendría el de Valerón y Manuel Pablo.

El desparpajo y solvencia del Sporting de Gijón de Cundi, Mesa y Joaquín también me encandiló en aquellos lejanos años ochenta en que a punto estuvo de birlarle alguna liga al Madrid y ni que decir tiene que me ha encantado la espectacularidad que más recientemente ha desplegado el Barça de Guardiola. Y, por volver a remontarme a cuando era chico, al vivir en Valencia algunos años, incluso fui un tierno y ferviente seguidor del equipo de la capital del Turia, aunque luego el equipo ché dejara de hacerme tilín, seguramente por su elástica blanca.

Incluso debo confesar, si hago memoria, que recién llegado con mis padres a las proximidades del Bernabéu a finales de los años 70, fui moderadamente madridista durante cierto tiempo.

Y creo que todo ello es una riqueza. Aunque también sé -y hablo por experiencia propia- que el fútbol también puede servir de cauce a los sentimientos y pulsiones más bajas y oscuras. Y que este cauce a veces se desborda convirtiendo la fiesta colectiva en estercolero de las más siniestras sentinas del alma, de esas que de vez en cuando conviene hacerse mirar.


La grada del Frente Atlético, en el Estadio Vicente Calderón


Sin llegar a los extremos del aquelarre del amanecer del domingo en el Manzanares en que la sangre llegó al río, lo vemos cada fin de semana en las gradas de cualquier estadio cuando amparados en la masa insultamos al equipo rival o al árbitro de turno, como la cosa más normal del mundo. O cuando les reímos las gracias a los de siempre y permanecemos impasibles ante sus cánticos homófobos y racistas.

Porque tanto en el Calderón como en muchos otros estadios se dicen muchas barbaridades y a cuál más tremenda y cruel desde detrás de los porterías. Y maldita la gracia que las más de las veces tienen.

Y porque aunque luego solo sean cuatro o cuarenta los descerebrados que se citan por whatsapp para matarse, el huevo de la serpiente se empieza a incubar mucho antes. Y porque aunque en el fenómeno de los ultras de los estadios y de sus enfrentamientos haya asimismo una componente política, ésta es totalmente secundaria, y ante lo que pasó el domingo en Madrid- Río no cabe hablar de extrema- izquierda o extrema- derecha, sino solamente de extrema barbarie y extrema gilipollez.

Y que no se diga, como hipócritamente han querido exculparse los presidentes de Atlético y Depor, que esto no forma parte del fútbol y que no tiene nada que ver con ellos, porque no es en el balonmano sino en el fútbol donde el Frente Atlético y Riazor Blues han tomado cuerpo. Y lo peor en ambos casos es que son grupos reincidentes y de los que consta que han recibido respaldo desde los despachos.

El fútbol es un deporte apasionante y bellísimo. Y disfrutar como espectador o seguidor no sólo del espectáculo en sí, sino de todo lo que le rodea, y de la cultura que en torno al balón se ha generado a lo largo de la historia, es un regalo más de los que nos concede la vida al nacer. Pero hay en él una componente machista e identitaria por la que vuelve a emerger la tribu y a veces se convierte en sangrienta horda.

Y no es de recibo, como efectivamente sucede, que algunos padres teman ir con sus hijos a determinados estadios con una bufanda del equipo visitante. Motivos para ello haylos, y deberían tomarse medidas para que desaparezcan. Pero quizá no baste, aunque sea totalmente necesario, con disolver con carácter inmediato los grupos que practican cualquier tipo de violencia, sea esta física o verbal. También debería fomentarse la confraternización entre peñas y aficiones de los diferentes clubs en sus viajes, de modo que no sean vistos como adversarios sino como invitados.

Y es que además de los sanísimos silbidos de la inmensa mayoría de la afición del Calderón a los intentos de hacerse notar del Frente Atlético en el partido del Depor, si algo bueno quedó de la triste mañana del pasado domingo fue el espontaneo intercambio de bufandas blanquizuales y rojiblancas en el fondo norte.

Y sería muy aconsejable por parte de quien corresponda recuperar aquella aquella vieja y entrañable costumbre del intercambio de banderines entre los jugadores al inicio de los partidos y extenderla a las aficiones. Y que se desarrollara un programa y un calendario de actividades paralelas que se extendiese durante toda el año. Ahí lo dejo.

(Publicado en eldiario.es/canariasahora el 1-12-2014)

jueves, 18 de diciembre de 2014

Pedro J.




(Este artículo fue publicado en eldiario.es/canariasahora el 17-12-2004)


Carlos Sosa y Pedro J. Ramírez, durante la visita de este último a Gran Canaria en diciembre de 2014



Pedro J. ha pasado estos días por Canarias porque sin duda no ignora que aunque, hasta tierras peninsulares no lleguen bien los ecos, algo se está moviendo en este rincón del Atlántico, aparezca o no petróleo. Y es por eso que, como aunque no siempre se ha sabido bien la letra, algo le ha llegado de la música, no quiere que estas Islas queden ausentes de su nuevo proyecto universal y digital.


Logroñés y estudiante en la Universidad de Navarra, niño precoz antes de devenir enfant terrible, cuentan sus biografías que con tan solo 21 años tuvo tiempo de marchar a Estados Unidos para ejercer de profesor de literatura española durante un curso en una universidad de Pensilvania. Eran los tiempos del escándalo Watergate, que terminaría provocando la dimisión del presidente Nixon gracias a las investigaciones de los míticos Bernstein y Woodward, y aquéllo marcaría la trayectoria profesional de Pedro J. al conocer de cerca, siquiera sea como lector y desde su condición de forastero en unas aulas, aquel modo distinto de hacer periodismo en contraste con la generalizada ranciedumbre y sumisión al poder de la España tardofranquista.


De vuelta a España, tras unos años en Abc, con sólo 28 años ya era director de Diario 16. Lo sacó del pozo y lo convirtió en referente de un modo de hacer periodismo más desenfadado que el de la información de qualité de El País. Pero las investigaciones que en su periódico desarrollaron sobre la trama de los Gal Melchor Miralles y Ricardo Arques convertirían a Pedro J. en un maldito para la izquierda. Felipe González pidió su cabeza y fue defenestrado. En 1989 fundó El Mundo y, desde entonces, mientras el Grupo 16 entraría en declive y a la larga terminaría por desaparecer, en torno del nuevo periódico surgiría un pequeño imperio que aunque algo cuarteado por la crisis económica aún subsiste. Ahora, 25 años después, la historia se repite y si bien los protagonistas y el color de la trama -las investigaciones en torno del caso Bárcenas- son diferentes, el argumento es el mismo: el poder suele preferir matar al mensajero que hacer frente a la verdad desnuda.


Y en medio, entre una y otra caída en desgracia y uno y otro reconstruirse con la tranquilidad que conceden las indemnizaciones millonarias, queda una larga etapa de la historia del periodismo en España en la que o se estaba con Pedro J. o se estaba contra él (hay quien dice que Carlos Sosa en Canarias lleva el mismo camino) y en la que uno cree honestamente que El Mundo y sus periodistas -sin demérito de otros medios que también, en su estilo, han creado escuela- no han sido ajenos a los avatares de este país. Y en la que, por referirme a lo que conozco mejor, episodios como la aventura de crear una cabecera propia en Euskadi -a la que el que firma contribuyó modestamente como escribiente en sus inicios, con algún que otro granito de arena- quizá no hayan sido del todo ajenos la posterior normalización que ha experimentado aquella tierra.


Aunque tampoco está de más decir que, como le gustaba referirse cuando hablaba con humor de Pedro J. en privado al bueno del ya fallecido e injustamente olvidado Javier Ortiz, desde la distancia y cierta indignación irónica, pero también con cierto cariño (pues la gran bonhomía de Javier no permitía otra cosa), no hay que olvidar que a Pedro J. se debe el haber terminado con alguna de las más sólidas conquistas sociales de la profesión periodística desde los tiempos del franquismo: la del descanso dominical.


Y es que al llegar a la dirección de Diario 16 y empeñarse en que que dicho periódico tenía que salir a la calle todos los días de la semana, incluido el lunes, obligó a la competencia a hacer lo mismo y, de este modo, fueron desapareciendo en casi todas las ciudades de España en que se editaban las Hojas del Lunes que con periodistas en su primer empleo, en paro o medio jubilados editaban las asociaciones de la Prensa y que eran una de las principales razones de ser de estas últimas.


Ni que decir tiene que a estos argumentos de Javier Pedro J. siempre habrá contestado si tuvo ocasión que, con independencia de cómo se organice el trabajo en las redacciones y del derecho al reposo, un periodista no puede tener nunca tan claro como otros trabajadores lo de sus libranzas y la información no descansa. ¿Pero no sucede eso también con los médicos y en muchos otros empleos? ¿ Y no supone precisamente esa concepción del periodismo como sacerdocio o como misión salvífica que el periodista se arrogue con frecuencia una importancia de la que carece?


En cualquier caso, como los grandes medios agrupados en la AEDE se descuiden un poco, el retorno de Pedro J. puede terminar por pegarle la definitiva puntilla a la prensa de papel en este país. Y termino con una pregunta: ¿Qué es lo que mueve a Pedro J, que lo ha conseguido ya prácticamente todo en la vida, a volver a meterse en esta aventura y a no continuar con esa nueva vocación de historiador que le ha conducido a admirar profundamente a Galdós? Aunque los más maliciosos estiman que a los viejos arponeros solo suele moverles a tomar esas decisiones el afán de venganza, creo que no soy ingenuo si digo que hay otras motivaciones que pesan más y que, como declaró hace poco su sucesor Casimiro García Abadillo, a los peces les es muy difícil vivir sin el agua de una pecera.


lunes, 15 de diciembre de 2014

El dinosaurio parió un ratón







 Sé perfectamente, amado público, que todos y todas esperáis ansiosos nuevas entradas en este blog desde hace años. Que cada tarde y cada mañana lo abrís varias veces por ver si lo que lleváis tanto tiempo deseando al fin sucede.

 Pues dejad de quejaros hermanos y hermanas !! Al fin ha llegado el gran día. Harpo vuelve a hablar y si os parece que esto aún es poco, no desesperéis porque tras un lustro en silencio todo irá llegando. Y aunque cuando volváis a abrir este blog este dinosaurio seguirá estando ahí mientras Dios quiera, os aconsejo que permanezcáis atentos a la pantalla.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Impudicia bloguera

Pensaba yo esta mañana en la impudicia de esto del blogueo, de lo que se han escrito ya varias tesis doctorales, pero que no ha sido hasta hoy en que he constatado su potencial carácter de diario privado de carácter público y hasta los efectos terapéuticos que, como toda escritura, encierra.

Y es que el formato facilita además, creo yo, una mejor escritura, más desenfadada, natural, agil y suelta, menos formal y pinchuda que la que a uno le imponía el respeto reverencial rendido al papel impreso. Como tampoco se puede evitar pensar que en ocasiones los mejores escritores o periodistas han sido los más impúdicos.

En apoyo de todo esto vendría el tópico que a gente como Pedro J. Ramírez siempre le gustaba antaño referir al advertir a los jóvenes que se iniciaban en el oficio que el papel en que se imprimen sus exclusivas de mañana será el mismo con el que se envuelva el pescado de pasado mañana.

¿Pero garantiza eso un mayor capacidad de difusión y permanencia de lo que se escribe en un blog o no será que quién escribe sólo en un blog lo hace porque no puede escribir en otro sitio?

Les dejo todos estos interrogantes por si alguien se anima a intentar dar respuestas, pero de lo que no cabe duda es de que éste es un medio de comunicación absolutamente distinto, y cuyo futuro está por ver.

Y, al menos esa es mi opinión por mi propia experiencia, la capacidad de influencia del papel impreso en las altas esferas políticas y sociales sigue siendo lo que prima.

Al margen de que en un blog se puedan compartir mejor las opiniones y hasta los estados de ánimo con los amiguetes.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Aminatu y la melancolía

Me inicio hoy 20 de noviembre en esto del blogueo con mucho escepticismo y, sobre todo, con gran melancolía. Melancolía, supongo, como siempre, por el tiempo perdido, y hoy más especialmente, en que experimento sensaciones muy particulares ante dos acontecimientos que guardan bastante relación con los pequeños compromisos públicos que -aunque sin proponérmelo- he ido adquiriendo de alguna manera en mi caminar por la vida.

Y es que acabo de asistir a la apertura del primer congreso de UPyD con bastante emoción, al haber comprobado que aquel partido con el que uno alguna vez ingenuamente soñó, y que incluso le llevó a militar en el CDS de Suárez allá por los años 90, se ha hecho al fin realidad encarnada en el color magenta. Han tenido que pasar varios lustros, y España ha estado a punto de desvertebrarse mientras tanto, pero al fin ha sucedido: UPyD es un partido más profundamente radical que CDS, en realidad a veces me parece que es el CDS que a algunos nos hubiera gustado que fuese y no fue. Y es que, fíjense cómo es la cosa que, por ponerle algún pero, incluso percibo en ocasiones en los discursos de esta flamante UPyD un cierto tonillo de chufla anticlerical que no comparto.

Melancolía grande por los años pasados y por los jirones de uno mismo que en tiempos se dejó, sin duda, por el camino, quién sabe si de manera totalmente inútil o no. Pero esa es la historia de toda la vida, y es que si se me permite un pequeño ataque humorístico de egolatría, los pioneros no siempre son los que llegan a la Tierra Prometida. En fin, que allá por los años 90, un señor que se llama Florencio Calvo y yo éramos los responsables de una cosa que se editaba en el partido y se llamaba 'Tercera Vía', premonitoria denominación para lo que, al fin, 20 años después está consolidándose.

Pero les decía que había un segundo asunto que hoy me movía a escribir y a abrir este blog y que tiene también que ver con cierto compromiso adquirido en los últimos años a través de mis escritos: la situación de Aminatu Haidar en Lanzarote tras ser expulsada de Marruecos por no querer rendir pleitesía al sultán declarándose marroquí.

Desde que allá por 2002 tomé conciencia del tema del Sáhara Occidental son innumerables los artículos que he escrito sobre ese conflicto, -sobre todo en la desaparecida Gaceta de Canarias que se vendía en aquel archipiélago junto a EL MUNDO- no sin lacerante dolor y desgarro, aunque no tuvieran traslación digital y sólo aparecieran en papel. Ya puestos, también debo decir que, dado mi bastante peculiar carácter personal, mi sincera y a veces machacona preocupación por el Sáhara no siempre me ha beneficiado, pues aunque creo que me ha hecho ganar algunos amigos, también me aisló y me significó mucho como periodista, llegando a provocarme incluso cierto autoaislamiento y seguramente cerrarme alguna puerta. Pero también es algo a lo que ni quiero ni debo renunciar, porque forma parte de mi historia.

Pero olvidemonos de mí y volvamos a la situación de Aminatu para decir que aunque tal vez el Gobierno de Zapatero se encontró en una situación complicada, el ensañamiento con que ha actuado es totalmente condenable. ¿Dónde está la delegada del Gobierno en Canarias, Carolina Darías? ¿Qué delito ha cometido Aminatu Haidar para que no se haya acercado aún a verla? ¿Tanto miedo le tenemos al sultán y a sus esbirros? Con su actuación y con los insultantes anacolutos de Moratinos, el Gobierno de España está dando por buenas una vez más las tesis marroquíes, pese a que ni el dictamen que pidió en 1975 al Tribunal de La Haya ni el derecho internacional dicen que el Sáhara Occidental sea suyo sino lo contrario.

Pero la cosa es aún más grave, porque todo indica que la expulsión de Aminatu y el recrudecimiento de la represión en los territorios ocupados por Marruecos es consecuencia del toque de cornetín que M-VI emitió a primeros de mes cuando dijo que todo el que no le rindiera vasallaje medieval y se humillara ante él en el Sáhara es un traidor. Así es como este chico quiere cumplir con las resoluciones de la ONU. Y así es como encima los marroquíes tendrán el atrevimiento de querer mantener en Manhasset unas conversaciones que el Frente Polisario debería suspender 'sine die' en tanto no se respeten los Derechos Humanos y la libertad de expresión en el territorio que los invasores ocupan ilegalmente.

Tiempo habrá de que sigamos hablando de la cuestión saharaui en este blog. No les quepa duda. (Y, además, esto lo bueno que tiene es que dentro de un ratito puedo meter otra entrada). Eso sí, con su determinación y el coraje que está demostrando Aminatu, tanto si sale como si no sale de ésta va a haber un antes y un después en el movimiento de resistencia saharaui. El Frente Polisario debería plantearse su nombramiento en algún alto cargo de la administración de la RASD y ejemplos como el de ella deberían ser suficientes para sacarnos de la melancolía.